Ver tejer a nuestra abuela o a cualquier mujer, observar su concentración, sus movimientos sofisticados y el resultado final de una prenda, es una imagen imborrable de admiración y envidia. Combinar colores, contar puntos y diseñar una prenda requiere de múltiples funciones cerebrales, porque desarrolla habilidades visuales, auditivas, táctiles y de concentración.
Ingresar al mundo del tejido es ingresar al arte de un modo entretenido y productivo, producir endorfinas y mejorar la autoestima en momentos difíciles ante el cáncer y ahora también, por el confinamiento por la pandemia.
Estas son algunas propiedades físicas y emocionales que se logran al tejer:
- Produce relajación del organismo similar al obtenido con la práctica del yoga.
- Mejora la motricidad fina y la coordinación, al llevar un ritmo y una tensión determinada entre los puntos.
- Estimula la memoria al hacer puntos iguales o un patrón que se repite.
- Estimula el cerebro, ayuda a disminuir el estrés, liberando serotonina.
- Baja la ansiedad, ayuda en momentos de tristeza o depresión y sube el umbral del dolor
- Permite pensar un proyecto y llevarlo a cabo, logrando satisfacción por verlo plasmado.
- Despierta la curiosidad, la investigación y la creatividad.
- Favorece la concentración, y acompaña a la escucha de la radio, un audiolibro o un programa de televisión.

9. Permite intercambiar experiencia con otras tejedoras, enseñar los modelos, y hasta despertar un negocio económico muy redituable.
10.Estimula querer enseñarle a una amiga, familiar o niña, y compartir el conocimiento.
11.La prenda terminada puede ser vendida, donada, regalada a algún amigo, familiar o a uno mismo, sintiendo el placer por la entrega.
Usar las manos, agujas de crochet, dos agujas, telar o maquina industrial, todas son útiles a la hora de crear con texturas, colores y formas.
Te invito a que mires algunas de las más de 32 millones de páginas de internet y videos que te enseñan, si hasta ahora no aprendiste, una técnica milenaria, productiva y placentera.
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