Durante el congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) que se desarrolló hace algunas semanas en Barcelona numerosos estudios demuestran que es posible aumentar la supervivencia en el cáncer de mama.
Lamentablemente el cáncer de mama es el tumor más frecuente en la mujer. Una de cada 10
pacientes debutará con un cáncer avanzado y entre 2 y 3 mujeres con diagnóstico precoz
podrán tener una recaída. Esto obliga a los investigadores a buscar tratamientos con buenos resultados y menos tóxicos.
En los últimos años las terapias hormonales son elegidas en primer lugar en las pacientes pre y post menopaúsicas que presentan un tumor avanzado dependiente de hormonas, un grupo caracterizado por ser receptor hormonal positivo para estrógenos y progesterona (HR+) y el
gen HER negativo, y estas nuevas drogas están logrando retrasar el uso de quimioterapia. Por su parte, otra nueva familia de drogas, llamada “quinasas dependientes de ciclinas (CDK)” son enzimas que regulan el correcto desarrollo del ciclo celular. Los inhibidores de estas CDK son
usados en el tratamiento del cáncer para evitar la proliferación de las células tumorales.
Joaquín Gavilá, oncólogo del Instituto Valenciano de Oncología, en el congreso ESMO 2019 definió claramente: “Se pensó que una combinación de ambos tipos de fármacos podía tener un efecto beneficioso en las pacientes de cáncer de mama, ayudando a retrasar en lo posible
la administración de quimioterapia. Por una parte, el tratamiento hormonal retrasa el crecimiento del tumor y tienen un impacto demostrado en la supervivencia de las pacientes mientras que los inhibidores de CDK4/6 podían mejorar este resultado”.
Dos importantes estudios de investigación (llamados Monaleesa 3 y 7) presentados en el Congreso han demostrado que agregar al tratamiento hormonal (letrozol, fulvestrant) un inhibidor de CDK4/6 (ribociclib, palbociclib) logra aumentar la supervivencia global en
pacientes con cáncer de mama avanzando HR+ y HER2 negativo.
“Todas estas combinaciones logran reducir el riesgo de muerte hasta en un 28% y esto pasaba tanto cuando se administraba el tratamiento como primera línea como cuando se hacía en segunda línea tras desarrollar las pacientes resistencia a la terapia endocrino”, manifiesta Dennis Slamon, de la Universidad de California en Los Ángeles (EE.UU.) y primer autor del
estudio.
Estas líneas de medicamentos, variable de acuerdo al estudio y también de acuerdo a si se usan en mujeres pre o post menopaúsicas, tienen un bajo perfil de toxicidad si lo comparamos con la quimioterapia, que antes era la única estrategia terapéutica para el cáncer de mama avanzado.